BAYER: Science For A Bitter Life

Producción Transgénica en México
México es la cuna del maíz y posee una gran diversidad genética de este grano; no obstante, las autoridades mexicanas modificaron el reglamento de la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados (LBOGM) e ignoraron el llamado de los científicos, productores y consumidores a no autorizar la siembra experimental de maíz transgénico en los estados de Sinaloa, Sonora, Chihuahua y Tamaulipas.
La decisión fue irresponsable y sirvió para apoyar los intereses de las empresas que detentan la patente de las semillas modificadas que amenazan nuestro campos. Como resultado, hoy diversas regiones de nuestro territorio están en riesgo de contaminarse, ya que está demostrada la imposible coexistencia de variedades transgénicas y nativas por flujo de polen e intercambio de semillas, práctica común en la agricultura mexicana, además de que las medidas de bioseguridad para los cultivos transgénicos son débiles. A pesar de que hasta octubre del 2009 no se permitía la siembra experimental de maíz transgénico en nuestro país, México ya se ubicaba en el segundo lugar con más casos de contaminación transgénica en América y era el octavo a nivel mundial.
Desde 2008, Chihuahua ha sido un claro ejemplo de la existencia de siembra ilegal y contaminación transgé- nica en variedades convencionales de maíz y ahora, el mismo gobierno federal ha autorizado siembras experimentales de este grano en ese estado, poniendo en mayor riesgo a la diversidad de maíces y a los productores que siembran variedades convencionales en el Valle de Cuauhtémoc.
El estado de Chihuahua ha sido clasificado por el Instituto Nacional de Ecología (INE) como una región de alta diversidad de maíz, con un registro de la presencia de 23 razas de maíz nativo y dos de teocinte y sin embargo, el gobierno mexicano no está aplicando las medidas de bioseguridad previstas en la legislación ambiental. A esto se suma la estrategia de los comercializadores norteamericanos, que alentados por la empresa Monsanto, planearon una escasez artificial de semilla de maíz en Chihuahua para presionar a los agricultores locales a solicitar semilla para siembra aunque contuviera entre 0.5 y 0.7 por ciento de semillas genéticamente modificadas: el objetivo era contaminar las siembras y lograr que se declarara legal este cultivo utilizando una política de hechos consumados.
Según los productores, con el porcentaje de transgénicos que contienen los sacos, habría 600 plantas transgénicas por hectárea, suficientes para extender la contaminación. Dicha situación ha causado alarma en los productores del estado de Chihuahua, pues las comercializadoras de semillas podrían ocasionar que miles de hectáreas no fueran cultivadas por miedo a la contaminación transgénica. Ante este hecho, el secretariado de la Comisión de Cooperación Ambiental de América del Norte (CCAAN) solicitó al gobierno mexicano, a través del oficio A14/ SEM/09-001/22/COM, informar sobre la falta de atención oportuna a las denuncias interpuestas por organizaciones campesinas y Greenpeace, debido a la falta de capacidad para investigar y perseguir las presuntas infracciones a la legislación ambiental, que implican la entrada y siembra ilegal de maíz transgénico en los municipios de Cuauhtémoc, Namiquipa y Ascensión del estado de Chihuahua.